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Grasas saludables: por qué la grasa del aceite de oliva sí es buena para la salud

 

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Muchas personas, especialmente en estas fechas cercanas al verano, tratan de cuidar su dieta para adaptarla a un estilo de vida más saludable, y eso suele traducirse en una práctica de lo más habitual: reducir al máximo las grasas. El furor por las dietas bajas en grasa es inmenso, pero es una práctica que obvia uno de los macronutrientes más esenciales en la alimentación del ser humano: las grasas saludables. No todas las grasas son negativas para la salud. De hecho, algunas son fundamentales para nuestro organismo.

Lo primero que debemos hacer es diferenciar entre las grasas buenas y las que no son tan buenas. Conviene tener clara la distinción porque las grasas negativas sí son algo que debemos mantener muy a raya, evitando consumirlas en la medida de lo posible o, si se trata de productos que realmente nos gustan, al menos limitando su ingesta a ocasiones muy esporádicas.

Estas grasas negativas, sobre todo las conocidas como grasas trans, son las más fáciles de diferenciar, habitualmente. Fritos, comida rápida, bollería industrial, galletas… Un extensísimo listado de productos poco recomendables en cualquier dieta equilibrada y que nuestro organismo agradecerá ver desde la distancia. Pero, una vez más, hay que incidir: mantener a raya las grasas negativas no significa evitar el consumo de cualquier tipo de grasas, ya que las hay que son saludables -y necesarias- para la salud.

Las grasas saludables con una de las principales fuentes de energía. De hecho, son el nutriente que más energía nos aporta, alrededor de 9 kilocalorías por gramo, lo que hace que, si no queremos que nuestra ingesta calórica se dispare, debamos tratar siempre de consumir grasas de la mayor calidad posible.

Grasas saludables: la base de todo

Un consumo apropiado de grasas saludables es básico para que nuestro cuerpo pueda asimilar las vitaminas que ingerimos también por otras vías. Vitaminas como A, D, E o K podrán ser asimiladas mucho mejor si alrededor de una tercera parte de nuestras calorías diarias provienen de las grasas saludables que nos aportan determinados alimentos, como por ejemplo el aceite de oliva virgen extra.

Otros ejemplos de grasas saludables que podemos introducir en nuestra alimentación son el aguacate, las semillas, frutos secos (nueces, anacardos, cacahuetes, piñones), el queso, los huevos o el aceite de coco. Una larga lista de productos, versátil y con opciones para todos los gustos y todos los tipos de platos, de los que podemos extraer, además, otros nutrientes fundamentales como proteína, vitaminas y minerales.

Las grasas no son malas en sí mismas. Hay que saber diferenciar entre aquellas que no son recomendables, como las trans o las hidrogenadas, y las grasas saludables, fundamentales para cualquier alimentación. Sobre todo, si podemos ingerirlas de una manera tan exquisita como la que nos ofrece el aceite de oliva virgen extra, una de las principales fuentes de grasas sanas, pilar de la dieta mediterránea e ingrediente básico en cualquier cocina que se precie.