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Aceite de oliva ecológico: qué es y en qué se diferencia del tradicional

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La etiqueta ‘eco’ se ha convertido en uno de los apellidos más comunes para infinidad de productos del mercado, desde alimentación hasta higiene, coches e incluso ropa. El mercado ecológico tiene una relevancia especial en la nutrición, pues la conciencia por alimentarnos de manera saludable a base de productos naturales supone un maridaje perfecto con este movimiento. Por ello, desde Selma Millenary Olive Oil, como expertos en su elaboración, queremos analizar las diferencias entre el aceite de oliva ecológico y el que no cuenta con ese ilustre sufijo.

 

El aceite de oliva ecológico no es, en sí mismo, mejor ni peor que el convencional. La principal diferencia es la forma en la que se trata la tierra en la que se cultiva el fruto: la olivicultura ecológica busca la producción sin recurrir al uso de determinados productos químicos habituales en la agricultura, tales como fertilizantes o herbicidas. La idea tras estas prácticas es la de proteger a la tierra, pues la calidad de la oliva no va a ser diferente, pero sí el impacto medioambiental de su producción.

 

Para poder elaborar aceite de oliva ecológico el protocolo es el de cualquier cultivo orgánico. Aprovechar al máximo los recursos naturales, evitar organismos genéticamente modificados y buscar así un mayor equilibrio con el ecosistema y una menor erosión del suelo.

 

Esta agricultura, sus características y los requisitos técnicos exigidos para poder etiquetar posteriormente un producto con el apellido ‘ecológico’ están recogidos en un reglamento de la Unión Europea aprobado en 2007. En él se recopila todo el marco normativo alrededor de los cultivos ecológicos, tanto de productos como la oliva como de cualquier producción animal.

 

¿Hay alguna diferencia real?

A efectos prácticos, para el paladar del usuario, la respuesta es clara: no. Un cultivo ecológico de una oliva pobre resultará en un aceite de oliva pobre. Un cultivo no ecológico de una oliva de alta calidad resultará en un aceite de oliva de calidad premium. La diferencia se encuentra en el proceso, en las prácticas de labranza y en los recursos empleados, pero no en el producto final.

 

Los consumidores de aceite de oliva ecológico, pese a no tener en el sabor un factor diferencial, sí verán su experiencia de usuarios ligeramente alterada en función de si optan o no por productos orgánicos. La resistencia a la oxidación del producto puede ser mayor, pese a que el fruto en sí mismo es más delicado y propenso a echarse a perder durante la producción.

 

En resumen, las principales diferencias entre el aceite de oliva ecológico -u orgánico- y el convencional se encuentran en el caminos seguido para llegar hasta un mismo producto. En ese proceso, los matices incluyen el uso de productos naturales, la búsqueda de la sostenibilidad y las certificaciones posteriores. A la hora de elegir, por supuesto, el consumidor tiene la última palabra.